
El despido repentino del entrenador Michael Malone y del gerente general Calvin Booth ha sacudido por completo el panorama de los Denver Nuggets y ha dejado atónita a la NBA. La decisión ha generado una ola de rumores, suposiciones y revelaciones, entre ellas una que pone el foco directamente sobre la figura más importante de la franquicia: Nikola Jokic.
Según los periodistas Sam Amick y Tony Jones, de The Athletic, el vestuario de los Nuggets se encontraba en un estado caótico, y tanto fuentes del equipo como de la liga aseguran que los jugadores más importantes, incluido Jokic, estaban “frustrados y cansados” de los métodos intensos y temperamentales de Malone.
El tres veces MVP, que ha desarrollado toda su carrera en Denver sin mostrar nunca públicamente intenciones de marcharse, habría comenzado a perder la paciencia con la situación actual del equipo. Amick y Jones revelan que, tras la derrota en casa frente a los Washington Wizards en marzo, varios equipos rivales comenzaron a percibir que la frustración de Jokic iba en aumento.
Aquel partido supuso un punto de inflexión: los Wizards, en plena etapa de reconstrucción, anotaron con facilidad para llevarse una victoria por 126-123 que dejó a Jokic visiblemente molesto. En ese momento, la defensa de Denver —que había sido la octava mejor de la liga la temporada anterior y se había mantenido entre las 16 mejores durante seis años— había caído al puesto 22 (actualmente se sitúa en el 21º).
El hecho de que una figura como Jokic, normalmente reservada y comprometida con la franquicia, comience a mostrar signos de impaciencia podría ser una señal de alarma seria para los Nuggets.
Tras la salida de Malone, Denver logró una victoria ante los Sacramento Kings, en la que Jokic volvió a brillar con un triple-doble. Sin embargo, las miradas ya no están solo en su rendimiento, sino en su estado de ánimo y en el rumbo que tomará su relación con la franquicia a partir de ahora.