
Que Los Angeles Clippers, que a día de hoy son más un cementerio de elefantes que un conjunto con aspiraciones reales al anillo, decidiera no renovar a Paul George por lo que éste les pedía, era una señal que dejaba muy a las claras que algo no se cocía bien en su cuerpo.
No era la única: su rendimiento venido a menos año a año y confirmado en una pasada campaña que podía calificarse como la peor de su carrera. Sabemos que Daryl Morey juega muy fuerte y el pasado verano volvió a hacerlo. Atrajo a la única estrella All-Star que estaba disponible: precisamente Paul George. Creó un Big Three junto a Joel Embiid y un Tyrese Maxey que había dado un gran salto en su juego. Había ganado el mercado de verano: había conseguido lo que quería.
El problema es que lo que quería partía de 2 premisas difíciles de cumplir: que Embiid y PG estuvieran sanos. Y esas premisas no se han cumplido. Estamos en marzo y ninguno de los dos va a volver a jugar la presente temporada. Los Sixers están hundidos en la clasificación, pero no tanto como para optar al número 1 del draft. Son un absoluto desastre que a día de hoy no tiene ni presente ni futuro.
Como decimos, Morey jugó fuerte. Le salió cara otras veces, pero esta vez parece que le ha salido cruz.